jueves, 31 de marzo de 2016

Batman v Superman: Dawn of Justice (¿Por qué los críticos la odian?)

Al fin pude verla. Esperé el momento con ansias, como la gran mayoría de los seguidores de estos legendarios superhéroes. Luego de que nos bombardearan en YouTube sobre supuestas teorías alrededor de lo que se iba viendo en los avances de la película, la expectativa, obviamente, recayó en la figura de Ben Affleck como el Caballero de la noche. Su inclusión en el filme se volvió tan viral que no faltaron las críticas y las burlas escatológicas de los acérrimos defensores del personaje de la DC Comics, inclusive mucho antes de la filmación. Hasta ahora nadie le perdona su deslucida caracterización de Daredevil en 2003* y creyeron ver esta oportunidad otra patinada más, lo que terminaría por arruinar la película. No fue así.

Durante la preparación del filme, las críticas no pudieron ser más desalentadoras para este actor, muchas veces subestimado e ignorado como tal, pero que ya ha demostrado que también puede hacerlo detrás de las cámaras. Y es que llevar sobre sus hombros lo que significó la interpretación de Christian Bale, en la exitosa trilogía de Christopher Nolan**, la valla era muy alta de superar. Y hay que ser sinceros, el Batman de Bale está lleno de dudas, conflictos y demonios interiores que lo hicieron ver más real, más auténtico, más entrañable a nuestra vista. Sin duda, las películas de Nolan se alejan del cómic, creando su propia visión, cuyas partes encajan a la perfección y que se distingue del resto de las demás películas de superhéroes.

En este caso, Ben Affleck nos devuelve al justiciero de la noche como lo habíamos disfrutado en las historietas, más oscuro, más letal frente a sus enemigos -las escenas de lucha son brutales en esta película-, dejando en claro que su Batman no tiene nada que ver con el de Bale, pues forma parte de otro universo, que la DC Comics se ha propuesto a relanzar desde Man of Steel, incluyendo a los demás integrantes de la Liga de la Justicia, que tienen una aparición poco ortodoxa en esta cinta y que cumplen con las expectativas.

La crítica le ha dado con palo a la película, no por Affleck, que ha demostrado ser un Batman cuajado y con personalidad; no, aquí el mayor "pecado" de Zack Snyder, su director, es el de mostrar escenas que dilatan el resto de la acción. Lo que aparentemente parecen imágenes inconexas, tiene su lógica. Nada es gratuito. El sueño apocalíptico, por ejemplo, es una referencia a Darkseid, el villano que formará parte de la siguiente Liga de la Justicia; la aparición de Flash, por otro lado, saltando el tiempo-espacio advirtiendo a Bruce Wayne del peligro que se viene... son pistas que nos van preparando hacia algo más colosal. Y espero que así sea, porque la Liga... tiene que ser la antítesis de los Vengadores de Marvel, que está más dirigido a un público joven, repleto de bromas y burlas hacia sí mismos, que los hacen únicos.

Y es ahí donde recae el disgusto de los "entendidos". La película es muy sombría, no hay chistes (salvo los ácidos comentarios de Alfred), no hay nada ligero. Y DC apuesta a ello, al igual que Snyder, porque su público es otro. Sus intenciones son más racionales, centrado a deconstruir a los personajes desde su interior y a la vez que participemos de sus motivaciones morales y personales. En una situación como la que se vive, el juicio que se le abre a Superman por los destrozos que dejó en su última incursión, no puede nadie descargar frases ocurrentes en medio del caos. Las autoridades y la población en general se preocupan por las consecuencias que Superman ha dejado a su paso, cuestionando sus intenciones. Como bien dijo una de las testigos de la comisión investigadora: "No le rinde cuentas a nadie". Hay motivos suficientes para desconfiar, a pesar que al propio hijo de Kripton hace caso omiso de lo que la gente piensa de él. El vive el sueño americano, rescata a gente inocente de incendios al otro lado del mundo, evita accidentes espaciales o rescata embarcaciones varadas en el ártico, si se quiere. Es la viva imagen del Mainstream que los Estados Unidos nos quiere vender cuando interviene naciones y sociedades a su gusto y conveniencia. Bruce Wayne/Batman es lo opuesto. Está convencido del peligro que representa Superman si no se le pone freno. Es el único que puede detenerlo, porque tiene los medios. No hay que olvidar que la tecnología está de su lado, lo que lo hace superior en estrategia y anticipación.

En el caso de Superman, ya lo mencioné, vive el sueño americano. No le preocupa mucho la crítica, porque es un ser superior que hace lo que dicta su voluntad, sin entender a ciencia cierta que sus hazañas también pueden poner en riesgo la vida de otros, siendo estas no intencionales que no perturban su sentido del deber. Y, claro, si a esto le agregamos su relación con Lois Lane, podremos decir que el hombre de acero tiene la cabeza caliente o, en términos más criollos, el hombre está enchuchado, que no se da cuenta de lo que ocurre a su alrededor. Y cuando ocurre frente a sus narices, recién recapacita.

En medio de estos dos paladines, está Lex Luthor, descrito aquí como un maníaco, perturbado y esquizofrénico, pero con una mente brillante que hace lo posible por erradicar a los meta-humanos, cuya presencia parece avizorarse si el gobierno no se anima a ponerles coto. Es la clave en el futuro enfrentamiento de los antagonistas.

Uno de los picos más altos de BvS es la presencia de Wonder Woman. Obviamente todos sabíamos quién era por los reiterados avances; pero su inclusión en la batalla final pone al descubierto las razones que la alejaron de sus actividades heroicas, que ya tendremos oportunidad de ver en su próxima aventura fílmica. Su resurgir como heroína ocurre en el momento en que más se le necesitaba, estando a la altura de las circunstancias.

BvS puede que no sea del agrado de todos. Quizá había mucha información o se necesitaba desarrollar más a los personajes. Ambos están equilibrados como debe ser, pero más parece una película de Batman que de Superman, pues los hechos son desde su punto de vista, que intencionalmente busca que nos identifiquemos con él y desacreditemos al hombre de acero. Si lo consiguió, está muy bien, cumplió con su cometido.


(*) Daredevil fue dirigida por Mark Steve Johnson, el mismo que años después realizó la adaptación de Ghost Rider, con Nicolas Cage.
(**) Batman Begins, The Dark Night y The Dark Night Rises.

lunes, 14 de marzo de 2016

Nena, no hay quien te haga llorar como yo

Fue demasiado pronto para exigir una sincera explicación. Fátima esperaba que Tomás abriera su caparazón y enfrentara abiertamente las consecuencias de sus actos. Había perdido cinco años al lado de este hombre que, de no ser por el amor que aún sentía, hubiera preferido irse del país como lo tenía planificado desde un principio. Pero ahora, sin más preámbulos, necesitaba escuchar la verdad. Aunque doliera.

Tomás no estaba contento. Con el paso de los años, había perdido el gusto por la vida. Vivía dentro de su propio laberinto, que ningún estímulo le procuraba darle sentido a su voluble e inexplicable paso por este mundo. Fátima, en cambio, era una mujer arrogante, decidida y llena de ideales; su ambición era no estar en un país resquebrajado moralmente, sino formar parte de una sociedad y cultura progresistas, lejos de parámetros conservadores y convencionales. Y en su propio país no lo iba encontrar. Estaba dispuesta dejar lo ya antes construido, pero quería hacerlo con el hombre que había elegido como su complemento. ¿Era pedir demasiado?

Era una pareja atípica. Muchos lo decían. Ella era gorda; él, flaco, más de lo que aparentaba bajo esas ropas anchas. Ella era narcisista, agresiva e impetuosa, a diferencia de Tomás que podía ganarse el afecto de cualquiera y sentirse protegido de una irascible Fátima, que chasqueaba los dedos las veces que veía en él al pusilánime que tanto detestaba. Tomás tenía que tragarse toda esa humillación pública en silencio y a regañadientes. Sin embargo, pasado el mal momento y los arrepentimientos, hacían el amor como locos y clamaban su afecto bajo las sábanas de una cálida cama de hotel… para luego volver al mismo punto de partida.

Hasta que Tomás, harto de vivir bajo su sombra, decidió cortar la enfermedad desde la raíz y evitar seguir engañándola y engañándose a sí mismo de que esta relación aún podía salvarse. Desde luego, los comentarios que surgieron posteriormente fue previsible. Por el lado de Fátima, sus dos mejores amigas estuvieron apoyándola en todo momento, revelando su verdadera naturaleza en contra de Tomás, a quien consideraban un vago y la peor decisión que ella hubiera tomado, echando por los suelos la supuesta amistad que habían cosechado hasta el momento. No era más que apariencias. Hipócritas, fue lo único que dijo Fátima en su silencio angustioso.

Y aunque pudo haber sido todo lo contrario, la familia de Fátima estuvo a favor de Tomás, pues sabían cómo era ella. La madre, al menos, aún conservaba las esperanzas de que volverían a estar juntos pasada la tormenta; sus hermanos, más que una sugerencia, conminaron a que se separasen por un tiempo y ver qué le convenía a cada uno. Pero Tomás ya estaba decidido. Era el fin.

Mucho después, cuando las cosas se calmaron, ambos se reencontraron para aclarar los sinsabores que vivieron en aquella oportunidad. Así fue que Fátima se enteró de las verdaderas razones del distanciamiento y consiguiente rompimiento de Tomás: quería estar con otras mujeres, porque su gordura le había quitado el interés de acostarse con ella. La dejadez que había experimentado Fátima con su peso y apariencia, hacían volver los ojos hacia otras féminas de mejor apariencia y sensualidad innatas. Eso, obviamente, no quitaba el cariño que sentía por ella, porque lo espiritual no tenía nada ver con lo carnal. Y era mejor concluir la relación en lugar de engañarla descaradamente y vivir sometido por los remordimientos. Porque pudo haberlo hecho, oportunidades no le faltaron, pudo acostarse con cualquiera que se le cruzara en el camino y le diera pie para hacerlo; pero no lo hizo, por respeto. Mientras existiera esa posibilidad, no era factible seguir atormentándose con dichas tentaciones. Sin duda, era el hombre más honesto que jamás conocería en su vida. Por supuesto que la sincera confesión de Tomás no quitó en ella sentirse traicionada y humillada, que, hecha un mar de lágrimas, descargó todo su coraje ante su imperturbable interlocutor.

Desde aquel momento, Fátima no descansó hasta no verlo hundido y humillado ante la opinión pública. Su victimización cosechó frutos ante sus amigos y los amigos de éste, al exagerar y tergiversar sus confesiones, convirtiéndolas en ciertas e iniciando una campaña de desprestigio en las redes sociales. Y no todo quedó ahí, Fátima le atribuyó una supuesta relación con una empleada del hogar, noticia que llegó a sus oídos gracias a los chismes de otra empleada que la escuchó decir: “El joven Tomás está para la olla. Le tengo ganas”. Cuando una mujer es vengativa, hace todo lo que esté a su alcance para cumplir con ese objetivo, pensó Tomás.

Finalmente, el huracán Fátima se salió con la suya. Le quitó su reputación, su honorabilidad y sus amigos. Tomás tuvo que rehacer su vida desde cero, mientras ella se regodeaba con aquellos que iban a darle su apoyo incondicional contra aquel tarado, que lo único que hizo fue vivir bajo sus preceptos antes de cometer una falta grave. De haber sabido que terminaría siendo una basura ante los ojos de los demás, hubiera hecho todo aquello por lo que fue condenado.