viernes, 16 de noviembre de 2018

Creepypasta: La rata en el inodoro

A lo largo de mi vida he escuchado a varias personas hablar del tema. Por sentido común, las ratas de alcantarilla deambulan y se trasladan de un lugar a otro utilizando los conductos de drenaje y alcantarillado de la ciudad. Lo que me parece extraño, y casi cómico, es el hecho de que este animalito utilice el inodoro para hacerlo. No lo creí hasta que una buena amiga, vecina de infancia y madre de cinco hijos, me comentó haber pasado el susto de su vida con semejante atrocidad. Como de costumbre, fue a ocuparse en los servicios higiénico y de repente siente un burbujeo debajo de ella. Al mirar, ahí estaba, enorme, negra y tratando de alcanzar su libertad. Al parecer, se había atorado y la desesperación la asaltaba por el esfuerzo de conseguir oxigeno. Lo primero que hizo mi amiga, después de subirse la trusa, fue jalar de la manija y esperar que el agua corriera y eliminara a tan desagradable criatura. No pasó ni cinco minutos cuando la rata volvió a emerger. Esta vez casi lo consigue de no ser por el escobazo que la mujer le propinó, lo cual le permitió colocar un objeto pesado sobre la tapa. El chapoteo era angustiante y los rasguños hacían evidencia que estaba dispuesta a dar batalla.

Ni siquiera se atrevió a destapar la boca de la pequeña alcantarilla que estaba en su patio. Sabía que si lo hacía, era más que seguro que el animal tuviera una salida y, quién sabe, traer a toda su familia. Se le ocurrió colocar encima una piedra que utilizaba como batán. Le dijo a los niños que no se acercaran ni siquiera al baño; y que si querían hacer sus necesidades, tendrían que usar un pote de pintura o un balde. Los niños, obviamente, curiosos por naturaleza, aprovecharon el descuido de su madre para hacer de las suyas. Entraron al baño a hurtadillas y destaparon el inodoro. No encontraron nada y pensaron que su mamá les estaba haciendo una broma. Sin embargo, al salir, olvidaron colocar encima de la tapa el objeto pesado que impedía la intrusión del pequeño visitante.

Durante la noche, la mujer no podía dormir. Sentía un chapoteo y unos pequeños rasguños que la obligaron a inspeccionar el baño. Cuando abrió la puerta y encendió la luz, era demasiado tarde: la rata se había alojado en la tina de la ducha. "¡Quién carajo quitó la maceta de la tapa!", gritó a todo pulmón. Era obvio que los niños, porque el marido estaba de viaje. Cogió la escoba y empezó a perseguir al animal por toda la casa. Pero, instintivamente, la rata volvió a sumergirse por el inodoro. La mujer tiró de la manija y drenó el tanque. Una salida más efectiva, según su criterio, era echar agua hirviendo, lejía y ácido muriático para terminar de una vez con aquella plaga. Tal vez, los resultados provocaron una desconfianza en la mujer cada vez que se ocupaba; pero no volvió a tener problemas con el bendito animal... solo con el recibo del agua.

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El siguiente caso proviene de un hombre de mediana edad. Tenía la costumbre de leer el periódico mientras esperaba pacientemente evacuar el intestino. Mientras rellenaba el crucigrama, sintió un extraño gorgoteo debajo de él, como si hubiera una fuga de agua. Antes de reaccionar, sintió una punzada en el escroto que lo impulsó a dar un brinco de inmediato y ver lo que estaba sucediendo. Una enorme rata, en su intento por escapar de su prisión, accidentalmente le cogió de los genitales dejándola en libertad. La victoria fue momentánea, ya que el hombre le dio con el periódico en la cabeza y la rata se estrelló contra la pared. No murió, pero quedó atontada. Pero el imbécil la devolvió al inodoro y tiró de la cadena. Al día siguiente, ocurrió la misma situación; pero esta vez la rata le mordió el escroto y le introdujo el hocico por el ano.

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El último caso fue en una famosa cadena de comida rápida. Un joven estudiante entró a los servicios higiénicos con el fin de lavarse las manos luego de disfrutar de su merienda. De pronto sintió un burbujeo en uno de los inodoros. Extrañado, creyó que alguien le estaba jugando una broma y fue a inspeccionar. No había nadie en ninguno de los cubículos, por lo que se sintió presa de la desorientación e incomodidad. Estaba sospechando de que algo malo iba a suceder o que era un hecho frecuente en el establecimiento, poniendo en tela de juicio las normas sanitarias. La tapa de uno de los inodoros empezó a moverse. El joven, en lugar de dar aviso a los encargados, tomó la iniciativa de indagar y lo que vino después le causó tal paranoia que prefirió volverse vegano. Una rata saltó de su escondite y le perforó el tímpano. Uno de los médicos que le atendió dijo enfáticamente que eso no era normal.

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Un plus. La mayor rata del mundo ha sido desenmascarada. Esta vez parece que nadie lo salva.