miércoles, 26 de febrero de 2014

La balada de Chico Fortuna

Hallábase en medio de la pista. Su cuerpo estaba cubierto con papel periódico. Nadie pensó que acabaría de esa forma. Quienes lo conocieron dijeron que se trataba de un buen chico, que ayudaba a los demás. Eso, sin contar con la larga lista de asaltos a mano armada que lo convirtió en un habitual sospechoso, inmortalizado por la gracia divina de la prensa amarilla. Sí, era Chico Fortuna, el Robin Hood de las céntricas calles limeñas, el hacedor de milagros, el perfecto amigo, el vecino ejemplar. Chico Fortuna. Empezó sus días robando manzanas a la señora gorda del mercado, que luego se las regalaba a sus hermanitos hambrientos. Bueno, eso es lo que dicen. A los diez años ya cumplía una célebre distinción: "delincuente juvenil". Dicen que mató en defensa propia a su padrastro, cansado de tanto abuso que le provocaba a su querida madre tuerta, quien no veía venir los golpes. De un escopetazo le voló el cráneo. Eso dicen. Habría que preguntarse de dónde sacó la escopeta. Lo cierto es que a partir de ese momento, la vida de Chico Fortuna cambió drásticamente y la comisaría de su barrio pasó a ser su segundo hogar, donde solo le llamaban a atención y un par de patadas en el culo por ser tan atrevido.

Chico Fortuna creció en medio de la pobreza. Era un muchacho introvertido y generoso. Su padre biológico abandonó la casa con el pretexto de comprar el pan. Nunca volvió. Esa mañana se quedaron sin desayunar. Al poco tiempo la madre conoció a su nueva pareja y empezó el calvario del pobre muchacho. Los golpes e insultos diarios cambiaron esa dulce mirada por la de un renegado en busca de justicia. Ya sabemos qué pasó después. Complacido por la reputación de rudo que había ganado luego de su hazaña, se convirtió en un personaje popular y hasta quiso participar en Yo Soy emulando a su ídolo Tego Calderón. No contento con robar fruta en los mercados, se asoció con un variopinto ramillete de desperdicios sociales y empezó su camino delictivo robando desde celulares a peatones distraídos hasta carteras y bolsos trepando a los autos y buses de transporte público.

Su fama creció notoriamente al compartir el botín con su barrio, su mancha, su gente. Un barrio que supo ganarse su lealtad y el respeto por mejorar el ornato público. Todos callaban, todos protegían a su héroe mientras recibían los beneficios de su trabajo. Así que Chico (por lo chato) Fortuna (por el botín que conseguía de sus robos) pasó a ser el hombre más buscado por la justicia y por la prensa amarilla. No había titular que no se prodigaba en elocuentes afirmaciones sobre su quehaceres y estilo de vida. Las autoridades estaban de manos atadas porque el tipo se escabullía tal cual saeta desbocada. Las farmacias pronto se convirtieron en fuente inagotable de sus fechorías. Las bandas rivales se rendían a sus pies y no había más remedio que seguirlo como un líder nato.

Se ofreció recompensa por su captura. Y la suma seguía subiendo; pero bajaba la popularidad del presidente ante tanta inercia y desconcierto por el avance de la delincuencia. Hasta Venezuela clamaba justicia por sus caídos, mientras Maduro pasaba piola con sus elocuentes sandeces producto de la sangre que él mismo derramaba. Mientras tanto, la prensa amarilla se regocijaba por la venta indiscriminada de sus panfletos subversivos pro-Chico Fortuna. Adoraban al muchacho. Era una mina de oro. A sus cortos 16 años, era un personaje digno de miniseries y figuritas Navarrete. Hasta los programas cómicos parodiaban sus hazañas y era festejado como un personaje pintoresco que fácilmente podría pertenecer a estos programas concursos de destreza física. Pero ya no eran farmacias sus puntos de acopio, eran bancos e instituciones financieras, cuya justificación radicaba en robarle a los ricos para ayudar a los pobres, el trending topic de las redes sociales. El mismo Chico Fortuna abrió su cuenta Twitter enumerando sus proezas minuto a minuto, recibiendo hasta diez mil visitas diarias. En su página oficial de Facebook publicaba fotos suyas mientras le robaba a un banquero o a un médico en huelga, con pistola en mano y cigarrillo entre los labios. Pero nadie hacía nada para encerrarlo.

Hasta que un día, todo ese auge a lo Tony Montana, cayó por fin. Su cuerpo acribillado en medio de la calle constató que el crimen no se casaba con nadie. Muchas hipótesis acerca de su muerte pasaban de boca en boca, de titular en titular, de twitter en twitter. La policía estaba descorazonada. Quien haya sido, jamás reclamó la recompensa ni se molestó en adjudicarse el hecho. Un caso sin resolver que alivió la incompetencia policial y la impopularidad de las autoridades.

"Ajuste de cuentas", "Descontento entre los miembros de su pandilla", "Stress", eran los comentarios que la opinión pública repetía a diario con tal de mantener viva la imagen de aquel infeliz. En la pared de una de las casas de su barrio había un dibujo de su persona. Junto a él, un poema que decía: Chico Fortuna, ni a una mosca le hacías daño; te fuiste sin despedirte y dejaste un vacío en la gente que te quiere. Ahora, quién nos proveerá de esa luz que necesitamos; quién pagará nuestras cuentas y quién le hará el amor a nuestras mujeres. Lo cierto es que su carisma ganó muchos adeptos en todas las esferas sociales, que a partir de ese verso compusieron un reggaetón que lleva su nombre.

Como bien escribió un día "Jamás me encerrarán", profetizó muy bien el destino que lo llevó a ser querido por una juventud que recurre a héroes de barro inconformistas y necesitados de atención mediática. No basta con desmayarse ante cámaras y acomodarse la falda para que no le vean el calzón, o ventilar sus excesos frente a un polígrafo. No. Es más que eso, solo que nadie quiere decirlo, porque formamos parte del mismo círculo vicioso que se queja pero que no hace nada por remediarlo.

martes, 25 de febrero de 2014

Políticamente incorrecto II

Si vas a separarte de tu mujer, hazlo después de que termines el desayuno, así podrás llevarte la cafetera.

La fidelidad solo se encuentra en los equipos de sonido.

¿Cuál es el animal que después de muerto da muchas vueltas?... El pollo a la brasa.

El padre de mi ex vendió su farmacia porque no tuvo más remedio.

Arreglar los problemas económicos es fácil, lo único que se necesita es dinero.

  • La amistad es como la mayonesa: cuesta un huevo y hay que tratar de que no se corte.
  • Memorias de un feo: Mi madre nunca me dio el pecho porque decía que solo me quería como amigo. Así que en lugar de darme el pecho, me daba la espalda. Es por eso que debo haber quedado petiso, tan petiso, que en lugar de ser enano, soy profundo. Y para colmo era muy flaco. Un día metí los dedos en el enchufe y la electricidad erró la descarga. Y para hacer sombra debía pasar dos veces por el mismo lugar. Pero mi problema no era ser flaco, sino feo. Mis padres tenían que atarme un trozo de carne al cuello para que el perro jugara conmigo.
  • La devoción de una mujer es tan similar como el calzado que usa.
  • Dos hombres se encuentran y uno de ellos golpea al otro. El agredido pide explicaciones y su atacante responde: "Porque soy malo".
  • La concepción no es difícil; el parto lo es mucho menos. Lo difícil es cuando el niño ya crece y debes de criarlo. En ese caso, usa condón.
  • Otra de Paul McCartney: Cansado de los rumores de su muerte, un día le dijo a John Lennon: "Ojalá no te pase a ti".
  • La explicación: Si tu mujer decide abandonarte, solo porque te despidieron del trabajo y no consigues otro empleo, déjala ir, porque cuando lo encuentres y decida regresar, ya habrás cambiado la cerradura de la puerta.