martes, 7 de enero de 2014

Soy dueño de mi propio destino

Filosofías mañaneras
Despierto luego de un largo sueño. Veo la luz del sol entrar por la ventana y mis ojos se adaptan al brillo que golpea mi rostro. Las melodías mentales de mis propios pensamientos me acompañan en la travesía que estoy dispuesto a tomar, sin mirar atrás, sin creer que alguna vez fui parte de un todo y eso todo me abandonó un día después de lo que vivimos. Nada es lo que parece, vivir es lo esencial. Ese sueño que nos mantuvo en criogenia ya no será más un obstáculo. La vida ya no es incierta. Sabes qué hacer. La desesperación inicial se convierte en un mal chiste que te provoca invocar a Talía, la musa de la comedia, a perfeccionar tu número. ¿Qué hablo? ¿Qué pienso? Nada. Es solo un relajo. Mientras tenga las fuerzas suficientes puedo darme ese gusto. Enciendo un cigarrillo. He retomado el hábito y me sienta de maravilla. Beber café y fumar mientras se escribe es una de las cosas más placenteras que existen dentro de un estudio o una oficina. Si por mí fuera viviría encerrado en estas cuatro paredes sin importarme lo que ocurra allá afuera. No pertenezco a ellos y ellos no me pertenecen. Soy libre. Por primera vez, después de treinta años, soy libre.

Primero yo, después yo
Cerrar capítulos no es nada difícil. Es cuestión de hacerlo y dejar que las cosas sigan la corriente del río sin importar el destino que tome. Destino. Sí, es el final del trayecto. Bueno o malo. No importa. Lo que venga, como dicen. Tampoco es dejar las cosas al azar y esperar sentado. Para que el destino alcance su cenit hay que moverse, hay que desplazarse, hay que luchar. Luchar. Muchas veces he tratado de luchar sin conseguir victorias. Pero eran causas superficiales que no valían la pena al fin y al cabo. He desperdiciado mi tiempo en contestar una serie preguntas sin hallar la respuesta correcta. No existe la respuesta correcta que satisfaga tu curiosidad. La única realidad es vivir el presente y ser uno mismo sin importar lo demás, soportando la crítica y las miradas escrutadoras de quienes quieren hacerte sombra. ¿Por qué? Tienen miedo, tienen miedo a tu talento y lo que puedes hacer con él. ¿Y qué? Sabes lo que vales, sabes de qué estás hecho. Y si te sientes desplazado... ¡a la mierda con todos!

Redención
He comprendido que la vida se vive un instante. No debo desperdiciar burbujas de aire por nada ni por nadie. No soy el único, afortunadamente. He bajado y ascendido de los infiernos como héroe de mi propia causa y eso me satisface, me nutre, me perpetúa en este universo plagado de hipocresía. Ya no sufro. Ya no pienso en el mañana ni en cómo pagar mis deudas. Pienso en una estrella a miles de años luz de nuestro sistema solar. Esa estrella es la que guía mis noches solitarias al verla a través de mi ventana, mientra echo una bocanada a mi cigarrillo y culmino esta disertación con la posibilidad de volver a ser el mismo que alguna vez dudó y que ahora está seguro de sus pasos. Tengo casi 44 años y he vuelto a nacer. Y como todo ser vivo que nace, está predispuesto a aprehender de las cosas palpables de la naturaleza. También se aprende observando, siempre y cuando luego podamos ponerlo en práctica. La práctica te hace sabio, y la sabiduría es un don que no puede ser subestimado. Y he sido subestimado. ¿Y qué? Vivo para mí, de mis errores he hecho una filosofía de vida que no harán que caiga por segunda vez. Y si caemos, estamos dispuesto a levantarnos con la frente en alto.

Hay mucho por hacer, como dijo el poeta. El tiempo es corto, naturalmente, pero ese instante hay que utilizarlo con placer y sabiduría, sin contemplaciones, sin dudas, sin temores. De que habrán obstáculos, no me cabe la menor duda. Pero ya estás advertido y las precauciones serán necesarias de antemano. Es la primera vez, después de mucho tiempo, que sonrío satisfecho de hacer verdaderamente lo correcto. Es solo el principio.

No hay comentarios: