Un compañero de trabajo acaba de fallecer. No éramos cercanos, pero hemos compartido algún almuerzo juntos, cuando todo era normal, cuando podías estrechar una mano o dar un fraterno abrazo. La noticia me agarró de sorpresa. Podría haber sido cualquiera de nosotros, ya que estamos expuestos por los rigores del trabajo al que estamos sumergidos en estos últimos meses. El problema de este caso en particular es que no tomó las medidas correctas, participó de un evento familiar y por ahí contrajo el virus. Además de beber grandes cantidades de gaseosa helada con el fin de paliar el calor abrazador de la temporada, sucumbió ante lo predecible. Y vemos las consecuencias.
No podemos bajar la guardia. No es justo que siga muriendo gente por la poca empatía de otra. Si viviéramos en el siglo XVI, esto podría ser cosa común por las condiciones sanitarias que se vivían en ese momento; pero hoy, en pleno siglo XXI, cuando algún conspiranoico pone en duda la efectividad de una vacuna, es el mejor momento para entender que no se trata de un simple juego. Esto ya se ha convertido en un casino o una ruleta rusa, donde esperas sacar Siete o recibir la bala en la sien. Si las cosas se ponen duras, qué más da, es mejor tomar las precauciones debidas, aunque te joda. Es mejor sofocarse con una mascarilla, que necesitar oxígeno en tu lecho de muerte, si es que tienes suerte de conseguir cama en una UCI. Quiero ver a mi familia, por eso me cuido. Si tengo que sacrificar cosas que estoy acostumbrado hacer por el bien de mi salud y la de los demás, prefiero vivir dentro de una burbuja y esperar paciente a que todo esto acabe. HAZ LO MISMO, PROTÉGETE, NO SEAS IMBÉCIL, porque esa es la palabra correcta para identificar a todo descerebrado que piensa que nada va a pasar. Luego nos quejamos del gobierno, si somos nosotros los que desistimos de seguir el camino correcto.
El otro día fue mi cumpleaños. ¿Tú crees que tenía ganas de celebrarlo? Por suerte nadie de mi trabajo se acordó, otros, ni siquiera tenían conocimiento; solo mi familia. Lo único que pedí fue que deseo verlos el próximo año sin temor a contagiarlos o contagiarme. Mi prioridad es protegerlos. Mi mente se llena de contemplaciones y no puedo evitar no sentirme mal por aquellos que han perdido a un familiar o amigo. En este último año he tenido que despedirme de un puñado de buenas personas que le tocó esa bala de la que tanto deberíamos evitar. Ahora solo pido tomar conciencia y pido por las almas de esas personas que su muerte no fue en vano y que sirva de ejemplo para mantenernos con pie firme ante este mal que tanto nos está costando. No seamos cómplices… no seamos indiferentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario