martes, 10 de julio de 2012

Puerta trasera: Un estudio excéntrico del coito anal

Atracción anal
Es sabido que el atractivo de una mujer se mide por sus cualidades físicas, muy aparte de las intelectuales. No hay nada mejor que una mujer inteligente y de sorprendente belleza interna y externa. Y si nos ceñimos solo al apetito carnal, es más que suficiente para entender qué quiere un hombre. Como dice el dicho, todo entra por los ojos, y hay que decir que el trasero es lo primero que observamos en una mujer. Los hay de todos los tamaños y formas, duros o blandos, lisos o porosos; sin lugar a dudas, un deleite para el tacto y la vista. Sin embargo, ¿qué lo hace necesariamente atractivo en una relación sexual? ¿A qué se debe que debamos introducirnos en él y someterlo a nuestras más bajas pasiones? La sodomía, vale saber, es una práctica que viene desde hace muchos siglos y según los estudios psiquiátricos no tiene nada que ver con la homosexualidad; es más, antiguamente se permitían estas libertades por el simple hecho de evitar traer al mundo una nueva descendencia, especialmente entre familiares cercanos o encubrir el adulterio. Y es ahí donde el placer anal se convierte en una alternativa en el goce de alcoba.

Las paredes internas del recto poseen tejidos nerviosos que producen cierto estímulo cuando se las manipula. Tanto el hombre como la mujer sienten los mismos impulsos que derivan en su práctica. En el caso de las mujeres, las que se atreven a ponerlo en práctica, lejos del tabú y los prejuicios existentes, es también un disfrute placentero y un complemento imprescindible que hará de sus días o noches una experiencia inolvidable. Hay que mencionar de igual modo de que el hombre necesita sentir fricción en el pene para disfrutar del coito. La vagina, según el caso, ya no produce el mismo placer; sus paredes se dilatan, especialmente en mujeres que han dado a luz más de una vez. El ano, por lo estrecho de su contextura, permite que el pene tenga la suficiente sensibilidad que le ayude en su propósito.

Es natural que exista cierto reparo en aplicar este "método". La mayoría de personas lo encuentran desagradable, pecaminoso y sucio. Algunas mujeres se resisten por el dolor que genera introducir un falo por esa vía o, como es lógico, que se trate de una zona donde se deposita materia fecal cuyos gérmenes podrían ingresar por las vías urinarias del hombre. Y si le agregamos las ETS, es todo un dolor de cabeza para cualquiera.

Virginidad
No hay nada mejor que una mujer precavida. Y astuta, naturalmente. Cuando se es adolescente, una de las mejores formas de salir airosos de la furia de sus progenitores y del "novio oficial" es hallar alternativas que suplan ciertas actividades que riñan contra el status quo. A muchas les hace difícil practicar el sexo oral, por el sabor o por las arcadas que deben evitar cada vez que el fulano la quiera atragantar hasta la garganta con su virilidad. Tampoco quieren perder el único tesoro que poseen y dárselo al primer idiota que le llena de pajaritos la cabeza. "Quiero llegar virgen al matrimonio" o "Quiero entregarme a mi verdadero amor" son frases recurrentes que terminan con un demoledor "Házmelo por atrás". Como el tipo no la ve hace bastante tiempo, acepta la proposición. Y es que particularmente, el hombre ve el trasero de una mujer como un triunfo personal, cuando en realidad solo se fijan en el volumen y no en lo que representa. Es el ano el que hace todo el trabajo y el que recibe dicho maltrato. Es ese agujerito marrón que empieza como un asterisco y termina como un hoyo de golf luego de varios partidos. Su práctica se ha extendido en todos los estratos sociales y su consumo ha llegado a satisfacer la demanda del porno bajo esa modalidad. Estrellas como Velicity Von, Katja Kassin o Liza del Sierra, son las más afamadas representantes de un arte que a estas alturas le reportan sendos contratos y ganancias nada desdeñables. Pero esa es otra historia.

Recomendaciones
  • Para empezar a disfrutar del sexo anal, lo básico que se tiene que tener en cuenta es el estímulo previo. Acariciar el ano alrededor, con la lengua o los dedos e introducirlos poco a poco hasta que ella le sienta el gusto y gane la suficiente confianza de su pareja. No va a ser nada fácil, pero a medida que ella vaya experimentando placer, al igual que en el clítoris, verá que hay cosas en esta vida que no debe pasarlas por alto. A no ser que sea una de esas que ya lo tenía claro durante la virginidad de los 16 y no quiera perder el tiempo en excentricidades.
  • Introducir el pene con delicadeza. La brusquedad mata las ganas. Es importante emplear en estos casos todo tipo de lubricantes que ayuden a la penetración. El pene tiene que acariciar las paredes del ano, producir placer. El dolor bajará de intensidad a medida que la dilatación sea la adecuada.
  • Los accesorios son fundamentales. En el mercado del sexo hay una variedad de utensilios que ayudan a realizar la tarea con menos probabilidades de cometer imprudencias y rechazo. Hay consoladores anales, esferas plásticas de todos los tamaños y prótesis para la estimulación anal. Los juegos siempre son bienvenidos para romper el hielo y el tacto con la yema de los dedos es una herramienta que no puede estar ausente en toda la sesión.
  • La higiene es el punto más importante que se debe tener en cuenta antes, durante y después del coito. Un ano limpio garantiza una mejor disponibilidad entre ambas partes. Los olores corporales son característicos y es necesario un pronto lavado profiláctico para evitar malos comentarios durante la cena. De ser posible, una lavativa periódicamente sería lo ideal.
  • La confianza en la pareja es la clave para una buena vida sexual. Si eres monógamo -algo raro en estos tiempos- los pasos anteriores te serán de mucha ayuda. De lo contrario, si la promiscuidad es tu carta de presentación en cada reunión a la que asistes, es mejor utilizar más de un preservativo si quieres llamar a la puerta trasera y que te garantice no sufrir las consecuencias más adelante.
  • Todo se hace con amor y respeto. Si una mujer no quiere es porque no quiere, muy aparte de sus convicciones morales y religiosas. Convencerla es una tarea titánica si tienes la suficiente arrogancia como para darte el gusto de provocarle un orgasmo anal -porque los hay-. Invítala a que vea porno contigo. Enséñale que eso no tiene nada de inmoral, es parte de la vida y una alternativa cuando le venga la regla.

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