lunes, 4 de agosto de 2008

A propósito de la nueva Bati-aventura

En estas últimas semanas, antes y después de su estreno, ha despertado una legión de fanáticos hablando maravillas de intérprete del Guasón en The dark night, de Christopher Nolan. Algunos defienden su caracterización como la mejor -previamente Jack Nicholson lo interpretó en Batman, de Tim Burton (1989)- y es creo, a mi parecer, un acierto a medias.
Primero. Heath Ledger fue un prometedor actor que sucumbió tempranamente ante la vorágine de la vida que no comentaré porque ya ha sido explotado hasta la saciedad casi necrofílica. Vamos a hablar de sus dotes histriónicas desde El patriota hasta su consagración en Brokback Montain. El Guasón de Ledger es un ser chalado y escalofriante, nada que ver con ese patético payaso que dibujó Nicholson en la versión previa, donde se hacía ver como un ser necesitado de respeto y reconocimiento de los demás. No. el Guasón de Ledger es la antítesis de aquél, lleno de maldad, de sadismo, de retórica conducta moral, señalándonos como el titiritero de las más atroces conductas que conlleva realizar a los que mejor llevaban la insignia de "inquebrantables". Su divertimento fue convertir al hombre más noble en la peor de las bestias. Este Guasón se aproxima más al verdadero icono de historieta que alguna vez Allan Moore convirtiera en el más celebrado villano del siglo XX impreso.
Segundo. The dark night es una verdadera joya de entretenimiento, donde lo comercial y lo artístico se llevan muy bien para entregarnos una cinta completa y compleja en su planteamiento. Nadie, a excepción de Gordon (Gary Oldman), se salva de las trampas psicológicas que el bufón del crimen acciona calculadamente para cimentar aquella idea de que cualquier hombre puede caer en las garras de la corrupción moral. Y el verdadero impulsor de toda la película es el personaje de Ledger, él le da sentido a sus tribulaciones por el solo hecho de sentirse bien consigo mismo. Lo maravilloso de este personaje es que nunca sabemos quién es en realidad. Durante la película nos narra varias versiones de por qué lleva esas cicatrices en el rostro. Nos fascina, nos envuelve, nos deja perplejos cómo desencadena sus actos esquizoides con tanta elegancia y rigurosidad.
Tercero. No comparto algunos comentarios de quienes quieren adjudicarle un Oscar póstumo a Ledger por este personaje. Es verdad que ha dejado uno de sus mejores trabajos para la posteridad; pero no creo que la Academia se vincule por estas especulaciones, valederas o no, de una caracterización de esa naturaleza. Creo que debió ser nominado y ganado el premio por su retrato enmascarado de Bob Dylan en I'm not here. Esa sí fue una actuación digna de elogio que paso casi desapercibida entre los críticos y el público. Si llegan a nominarlo por el Guasón, tal vez, será un reivindicativo reconocimiento por su corta carrera y por el cariño que despertó entre sus colegas. Pero, ¿un Oscar póstumo? Difícil. El antecedente más directo es la de Peter Finch, que se llevó el Oscar como mejor actor principal por Network, pero falleció ya estando nominado. Otro caso fue el de Massimo Trossi, por El cartero, aunque no ganó.
Cuarto. Creo que las comparaciones por considerar quién fue el mejor Guasón de la historia del cine es un poco mezquino y empalagoso. Tanto Nicholson como Ledger, al igual que César Romero en la serie de los 60, han hecho de este personaje su propia marca registrada. Cada uno ha aportado lo mejor de su esencia y han aparecido en diferentes circunstancias y tiempos que los hacen inolvidables. No quiero menospreciar a ninguno de ellos. Los tres valen, con propuestas diferentes, y eso es meritorio. Más adelante, alguien interpretará nuevamente al Guasón, proclamándolo como "la versión definitiva".
Para terminar. ¿Habría podido Heath Ledger, de estar vivo, soportar la fama que se ha creado con este personaje? ¿Se hubiera sentido frustrado al ser encasillado? Difícil. Muy difícil de saber.

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