sábado, 31 de diciembre de 2011

La luna y la noche

31 de diciembre. A pocos minutos de finalizar el año y dar comienzo a otro. La noche era propicia para despertar el entusiasmo de los ajetreados humanos, que buscaban cobijo en algún lugar de la ciudad. Una dama de la noche, muy distinguida y reluciente a simple vista, orbitaba el espacio como hacía todas las noches. Sus pies ya sufrían el ir y venir de largas horas insomnes tras una semana pesada, que era necesario tomarse una pausa. Entró con disimulo a un bar. Estaba a punto de explotar y no cabía ni uno más, mientras el son de la música y las azafatas en diminutas prendas atendían sin descanso a los parroquianos ahí reunidos. Esta vez tuvo suerte. Pudo acomodarse junto a otras personas en una larga mesa, que daba la apariencia de La última cena de Da Vinci. En poco tiempo se hizo de amistades y brindaba junto con ellos en espera del principio de nuevas expectativas de vida. Casi siempre sus pensamientos eran similares en una fecha como esta. Lo había hecho en los cinco últimos años, cuando decidió introducirse en el voraz mundo de la prostitución. No había un solo día que sus sentimientos de culpa la inundaban sin piedad, tratando de ser realista y madura para decidirse a cambiar el rumbo de su vida, y el de sus semejantes.

Junto a ella había una pareja que se quejaba de todo lo que había vivido en este año que terminaba. Podía escuchar al tipo mofarse del actual presidente, el que ya estaba entrando a la verdadera situación desesperante de complacer a unos y desatender a otros. Su elección, dijo, no era otra cosa que el clamor de una mayoría marginada por el sistema y que ahora estaba pensando seriamente si Ollanta no era otro más que se entrona en el poder y se obnubila con éste. La mujer, más serena y recatada, manifestó que era la gente que lo rodeaba la que le estaba dando la mala fama que ahora sus detractores festejaban en las primeras planas de los informativos adversos al régimen.

-Siendo el líder de un partido, debería saber a quién escoge entre sus filas -dijo el hombre.
-Ya -asintió la mujer-, pero no crees que con tanta gente que pulula su entorno, hay siempre un elemento cancerígeno que se infiltra para cambiar el normal estado de las cosas.
-¡Pamplinas! Tienes que conocer a tu gente para que no me vengan después con Chejades y los robacables y comeoros. Es un insulto a nuestro inteligencia. 

Mientras tanto, nuestra dama se divertía escuchando las ocurrencias de un borrachito que imitaba muy bien al ex presidente Toledo, haciendo referencia a la película que estaban pensando hacer sobre su vida, al igual que Alan y ese elefante blanco llamado "Tren eléctrico".

-El patita que va a interpretar a Alan -dijo- tiene que comer harto panetón para parecerse a él, porque está más flaco que mi pepino después de una bomba.

Y las risas no se hacían esperar. Era un momento de sano entretenimiento que a nadie parecía molestarle el tema, ni siquiera de aquellos que gozaron una vida de ensueño robando a diestra y siniestra sin que la justicia haga algo por encerrarlos, al igual que el sonado caso del indulto al tío Fuji. ¿Debía otorgársele? Era un planteamiento sumamente delicado en la parte jurídica; pero lo que sí era cierto que el indulto a sentenciados por actos de lesa humanidad, no correspondía en este caso, salvo que el hombre se estuviera muriendo del cáncer a la lengua que padece, lo que por sentido humanitario podría ser permitido. Sin embargo, este no era el caso y no había más que decir.

Nuestra dama se entendió con un hombre que había ocupado el lugar de otro, para estar cerca de ella. La había observado desde que la vio ingresar al local. No era tan mal parecido, pero tenía el inconveniente de usar anteojos y, por consiguiente, ella siempre ha desconfiado de personas que usen anteojos; pero se dio cuenta que el tipo era buena onda y que tenía muy en claro sus apreciaciones sobre la vida y las duchas españolas, las mismas que él vendía en una famosa tienda por departamentos. Sus primeras palabras fueron de elogio por tratarse de una criatura bella y escultural. "Nada es gratis en esta vida", dijo, "todo lo que tengo ha sigo gracias a mi esfuerzo y al sudor de mi clítoris".

-¿Fuiste al concierto de Paul McCartney? -Preguntó él.
-No, no pude. Las entradas ya estaban agotadas cuando decidí ir a último momento. Son esas cosas que uno piensa y piensa, y cuando ya has tomado una decisión, es demasiado tarde. Casi siempre me pasa cuando hago este tipo de juicio de valores.
-¿En serio? ¿Y qué te impidió ir?
-Tiempo, dinero, ganas. Esas cosas particulares que casi todos tenemos en un determinado momento.
-Sí, lo sé -dijo él-. Me pasa a veces. Entonces, me imagino que no has ido a ninguno de esos megaconciertos que estuvo inundada Lima en todo el año.
-A la justas fui al de Iván Cruz, en una discoteca de Los Olivos. Estuvo chévere. Ese pata ha sufrido mucho.
-Me hubiera encantado que Amy Winehouse viniera. Pero...
-Sí, pues. Se nos fue muy rápido.
-Era predecible. Su vida ya estaba marcada. Pero Bob, de hecho, tiene que venir.
-¿Bob? ¿Bob Esponja?
-Jajajaja... ¿Me tomas el pelo? Bob Dylan.
-¿Quién es?
-¿No conoces a Bob Dylan?
-No -dijo ella, como si le hubieran explicado la Teoría de la Relatividad-. Sé que Elton John viene en febrero.
-Bueno, eso ya es otra cosa.
-Ah, sí. De hecho.

La mesa ahora se había convertido en una especie de corro donde cada uno de sus integrantes hacía preguntas o cuestionaba la actual situación del país y del mundo. El borrachito lanzó una pregunta: ¿Qué es lo que más les ha impactado del 2011? Las repuestas fueron diversas y muy desiguales en gustos y jerarquías.

-La muerte de Teresita Izquierdo.
-Gadafi.
-Conga.
-Elizabeth Taylor.
-La selección de fútbol. Ya no vamos al mundial.
-Nadine.
-Egipto.
-La caída de la bolsa.
-Disturbios en Londres.
-Keiko y su papá.
-Puno.
-Machu Picchu.
-La huelga de los estudiantes chilenos.
-Gastón y Business Track.
-Star Wars en Blue-ray.
-Ciro y Rosario la loca. ¿Vieron el desfile de modas? ¡Qué horror!
-Susana Villarán.
-Charlie Sheen.
-Steve Jobs.
-Sidney Lumet.
-Los hermanos Cori.
-La bronca entre Roberto Chiabra y Rafael Rey.
-Las inundaciones de Brasil, China y Pakistán.
-Las payasadas de Quimper.
-Joe Frazier.
-Los devaneos sexuales de Berlusconi.
-La masacre en Noruega.
-Las teorías conspirativas de Hugo Chávez.
-John Galliano.
-Los cien de Cantinflas.
-El Grammy de Gianmarco.
-Sócrates.
-Osama Bin Laden.
-Estados Unidos se retira de Irak.
-El divorcio de Schwarzenegger.
-Strauss-Khan.
-Terremotos en Japón, Nueva Zelanda y Turquía.
-La central nuclear de Fukushima.

Sin previo aviso, las doce campanadas anunciaron el 2012, con el vitor de la concurrencia, que se abrazaba y festejaba el principio de algo bueno, algo diferente; quizá, endulzado con acontecimientos no necesariamente alentadores para el acontecer político, social y económico de la gente, pero con la esperanza que las cosas buenas siempre demoran en llegar para mejorar el espectro y el sentido de la vida.

Feliz Año Nuevo.

Feliz 2012.

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