lunes, 21 de febrero de 2011

Ese Oscar es un maldito


Desde su creación, en 1928, el Oscar ha sido un de los emblemas y trofeos más cotizados en el mundo cinematográfico, especialmente en el mercado estadounidense. Un galardón codiciado por el que muchos actores pierden la cabeza por obtenerlo, y hasta el alma, con consecuencias funestas en la mayoría de los casos.

Es cierto que alcanzar la gloria supone un espaldarazo a la carrera que se ha elegido. Largos años trabajando para ser considerado el mejor en su categoría, supone horas de sacrifico que acarrea peligrosamente la estabilidad familiar, sea el caso. En el ambiente hollywoodense se habla de maldiciones, mala racha, presión, envidia e infinidad de etcéteras. Lo cierto es que en los últimos años hemos sido testigos de sorprendentes casos que dan por sentado que las coincidencias existen y que no debemos pasar por alto.

Como saben, el Oscar puede ser un premio a la excelencia, pero también es un estímulo a las grandes corporaciones que generan éxitos taquilleros y acumulan millones en las arcas de la industria, como también sobresale lo políticamente correcto para la Academia. Sin desmerecer el propósito de su puesta en escena, Gente Ordinaria, de Robert Redford, se alzó como mejor película y su director fue reconocido como el mejor del año 1980. Hoy día nadie la recuerda y muy rara vez la trasmiten por la televisión. Por suerte, Redford tomó otro rumbo en su carrera y ahora es el vocero del cine independiente en Estados Unidos. Y es curioso, ese mismo año, competía Toro Salvaje, de Martin Scorsese. Considerada una de las mejores películas de todos los tiempos, es actualmente venerada como la obra maestra de su autor y es un referente para otros cineastas del momento.

Lo mismo ocurre con algunos actores. Luego de obtener la estatuilla, se eclipsan aparatosamente o son meras sombras de lo que fueron previamente. Cuestión de suerte o popularidad. Helen Hunt es un caso palpable. Luego de un arrollador éxito en la televisión con Mad About You, probó suerte en la pantalla grande con uno y que otro papel de bajo perfil hasta su consagración con Mejor Imposible, al lado de Jack Nicholson. ¿Y después? No me extrañaría que vuelva a la TV, como ahora se acostumbra cuando una estrella pierde vigencia. Pero el caso más tristemente célebre es el de Marisa Tomei, quien ganara el Oscar como mejor actriz de reparto por Mi primo Vinny, en 1992 -las malas lenguas aseguran que Jack Palance, al anunciar a la ganadora, estaba con copas de más y leyó mal la cartilla. Sin embargo, eso no es correcto, porque la cartilla lleva impreso solo el nombre del ganador-. El incidente se convirtió en el bluff del momento, surgiendo bromas mediáticas que no ayudaron en su carrera. Con el tiempo, felizmente, demostró lo buena actriz que es, escalando a paso lento una posición destacada y el respeto de sus colegas. Ya lo demostró en El Luchador, al lado de Mickey Rourke, por citar un ejemplo.

¿Y Cuba Gooding Jr.? La réplica omnipresente de Tom Cruise en Jerry Maguire. En 1996 se llevó el Oscar como mejor actor de reparto, y lo que supuso una carrera ascendente, no fue más que la confirmación de una espiral de malas decisiones a la hora de elegir una película. Fue la interpretación de su vida, indudablemente, pero que lo ha perseguido en los traspiés de los últimos años. Y eso que venía precedido de una destacada trayectoria en el circuito del llamado Black Hollywood, cuyos abanderados son John Singleton y Spike Lee.

No siempre el Oscar es sinónimo de éxito y jugosos contratos. Eso pasa porque la presión está latente y la voracidad del dinero es insoportablemente absorbente, que es imposible no caer en la tentación y querer repetir el plato con igual fortuna. El problema es que no hay nadie quien los oriente a tomar la decisión correcta. La adulación y el autobombo son el cáncer de la sociedad actual.

Y si de maldiciones se trata, la más común y comentada es la de las actrices. Dice así, más o menos: Aquella estrella guapa y poderosa que, en la cima de su carrera, ganara un Oscar como mejor actriz, se verá inmediatamente condenada a ver fracasar su matrimonio o relación de pareja. Kim Basinger, Halle Berry, Helen Hunt, Hillary Swank, Charlize Theron, Reese Witherspoon, son algunas de las damas que se dejaron seducir por este señor calvo, pequeño, desnudo y de piel dorada, y si sumamos a la lista a Kate Winslet y Sandra Bullock, sin duda, estaríamos aceptando dicho conjuro como una regla a seguir. No hay que olvidar que en Estados Unidos impera el machismo cuando de trata de poder adquisitivo. Un hombre no puede soportar el éxito de una mujer, lo castra, lo relega a simple acompañante y teme vivir bajo su sombra sin el reconocimiento a sus propios méritos.

Sea divorcio, papeles mal escogidos, premios a la popularidad y no al arte, oportunismo o monopolio, lo cierto es que nuestro querido -y a veces odiado- Oscar es un personaje que arrastra una larga estela de curiosidades y tradiciones que lo enriquecen aún más. No hay nada mejor que la especulación y el chisme barato para adentrarnos a ese mundillo fascinante e inalcanzable para simples mortales, que ven y gustan del cine y sus incidentes tras bambalinas. Seguramente, dará que hablar nuevamente este 27 de febrero. Estaremos pendientes.

1 comentario:

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