sábado, 5 de noviembre de 2011

Los archivos Driscoll (Conclusión)

Martes, mediodía.
Siguiendo las pistas del audio, teníamos información que una empresa que monitoreaba conversaciones subidas de tono para un detective infiltrado en el Ministerio de Agricultura. Según cuentan las fuentes, el agente encubierto se hacía pasar por personal de limpieza. Muchos se extrañaban de un tipo de 1.90 cm de estatura, tes blanca, ojos azules y dientes como de comercial de TV, tuviera un trabajo como este. Eso hizo pensar que estamos hasta las patas en la promoción de empleo. Ubicamos a este "limpialunas" y nos manifestó que nunca ha trabajado en el caso Driscoll, ni siquiera sabe quién es.

Jueves, 8:30 pm.
El jefe de redacción organizó una reunión extraordinaria con todos los redactores involucrados en el caso. Yo me fui temprano a casa y no supe que había reunión.

Sábado, mediodía.
En el Superba, tomando unas cervezas heladas, poníamos todo en limpio. Al parecer, el dueño de estas grabaciones tiene intenciones poco saludables con respecto a Driscoll. Pero quién es en realidad. Uno de mis colegas investigó a fondo el paradero de tan dichoso personaje, pero no halló respuestas. De los 28 Driscoll que existen en la guía telefónica, ninguno calza con la descripción. ¿Cuál descripción? Lo único que tenemos es que lo mencionan como si fuera el personaje central de una película de espionaje. A alguien se le prendió el foquito y dijo que probablemente se trate de alguien del gobierno, involucrado en cosas del SIN, por eso su nombre debe ser una clave o un alias. ¡Válgame Dios!, pensé. Este muchacho tiene futuro.

Domingo, 4:47 pm.
En el Parque Mágico de las Aguas, rodeados de piletas y chorros de agua que caían en nuestra ropa, pudimos precisar dos cosas: uno, que las pistas parecen apuntar a que el gobierno tiene mucho que ver en este asunto de los audios; y dos, para la próxima, consigamos un paraguas.

Lunes, 9:34 am.
Como salido de una caja de sorpresas, el ministro del Interior convocó a una conferencia de prensa para dar un manifiesto acerca de las tapaderas encontradas en la anterior administración. Ajá, pensé, algo tendrá que ver con nuestro caso. Luego de su ponencia, solté la granada y el hombre no supo qué contestar. Mis demás colegas se sorprendieron al mencionar a Driscoll en este asunto, así que muchos hicieron lo mismo y repreguntaban con el afán de tener la exclusiva. El ministro se retiró, sin declarar nada más. El resto de los que se encontraban en la salita de prensa me abordaron sobre el tema. Les dije que no teníamos mayor información, pero que estábamos investigando sin descanso.

Ese mismo día, al atardecer.
Llega un sobre a mi escritorio. Me da mucho miedo abrirlo. He oído que las represalias son demasiado sofisticadas para pasarlas por alto. Le pedí a uno de mis asistentes que la abriera. Afortunadamente no explotó en su cara, como creí que sucedería. Ya podía salir de debajo del escritorio. Dentro del sobre habían dos entradas para el concierto de Britney Spears, que generosamente la empresa me obsequio para cubrir el evento.

Jueves, 10:31 am.
El ministro del Interior pone a disposición su cargo y frente a todos me culpa de tal situación, por haberlo puesto en ridículo delante de muchas personas. Es un tipo sensible y no soporta las insinuaciones de corrupción que pendían sobre sus hombros. Si renunció no fue por dignidad, sino que algo se traía entre manos.

Una hora después.
Abordo al ex ministro y le vuelvo a repetir la pregunta. Me pide que no lo grabe ni que tome nota de lo que va a decir. Confía en mi memoria y que las cosas que publicaré tienen que ser exactamente tal como las dijo. ¿No sería mejor que lo grabe?, le pregunté. "No quiero estar involucrado; además, todos conocen mi voz". Sí, tenía buena voz. Hasta podría decir que era igual a la de Plácido Domingo. Y habló.

Por la tarde.
El jefe de redacción me felicitó por la nota y la pondría en primera plana. La fuente anónima que me proporcionó los más virulentos entuertos de un negociado clandestino de materia prima a Rusia, puso en evidencia que en todas partes se cuecen habas. Y a mí que me gustan las habas. Driscoll era la mayor empresa exportadora de lengua de caballo para los grandes restaurantes al otro lado del continente europeo. Había ganado una licitación que nunca se realizó y que por ese motivo más de uno estaba involucrado. Y precisamente, mi fuente era pariente del dueño de la empresa y fue él quien le dio la buena pro para que entrara en el negocio. ¡La buena mermelada que habrá sacado!

Dos días después de haberse descubierto el misterio, muchas cabezas rodaron como en la época de Luis XVI, solo que aquí no había guillotina sino medios de comunicación. Era peor verse en el escrutinio público todos los fines de semana en Panorama y Cuarto Poder, que ser ajusticiado en una plaza pública. Mientras, fui promocionado para dirigir mi propio grupo de investigación y tuve la suerte de ser el único que entrevistaría a Britney Spears a puerta cerrada en su cuarto de hotel.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por fin Carlos... Buena historia...