jueves, 7 de marzo de 2013

Noches de insomnio

Sé que las cosas no marchan bien dentro de mi cabeza. La fuerza de voluntad y de vivir las he ido perdiendo a medida que el desencanto me ha convertido en un ser sin horizonte ni rumbo. Fumo compulsivamente. No sé cuántas cajetillas habré consumido a lo largo de la semana, que mi ropa huele a discoteca y mi garganta pide a gritos pastillitas Vick. Una amenaza que ronda mi cotidianidad es empezar a beber. No soy muy aficionado a la bebida, pero el vino acabó por convencerme que nada es imposible. Al menos, el tequila lo uso cuando me siento peor que cualquier noche de insomnio. No duermo lo necesario. ¿Cuál es el tiempo reglamentario para alcanzar el sueño perfecto? ¿Ocho, diez horas? A medida que las cosas se pusieron grises, hasta alcanzar tonos oscuros, yo diría que mi sueño fue bajando progresivamente de seis a cuatro horas y terminar con escalas de diez minutos. Trato de escribir, pero las ideas ya no funcionan como antes. Ni Beatles ni Doors ni Cash ni Dylan pueden ayudarme. ¿Hemingway, Joyce, Dos Passos, Kundera? Nada me conmueve, nada me llena. He perdido la batalla.

He entrado en un período de abstinencia y apatía sexual. Las mujeres no me atraen. Sería más fácil admitir que soy gay, pero reconozco que los hombres no son de mi gusto; así que, aliviado, he redescubierto que soy heterosexual. Sin embargo, rechazo el compromiso, doy la espalda al sentimiento, a la interacción social. El sexo nada tiene que ver. Es otra cosa. Ya ni deseos de masturbarme me obligan a quererme a mí mismo ni pagarle a una puta a que me haga el favor. ¿Qué favor? El favor se lo estoy dando yo al pagarle unos míseros cien soles por una hora y malgastar mi tiempo tratando de satisfacer mis deseos reprimidos.

He descubierto también que el vacío del alma no puede aliviarse artificialmente, menos aún aferrarse a una fe que no tiene sentido, que ha sido prostituida por gente hipócrita y oportunista. Cristo no quiso que lo que sucede con su doctrina se convierta en un botín. ¿Vender mi alma al diablo? ¡Es una estupidez! Si Dios no existe, mucho menos existirá Satanás. El bien y el mal son conceptos abstractos que la misma sociedad ha convertido en un alegato a la impunidad. Marco Tulio es un granuja, un homosexual reprimido que desea a toda costa que su marido Castañeda lo mantenga, lo avale, lo ponga en cuatro hasta llevarse muy campante el dinero de la comuna. Porque la verdad es irrefutable. La revocatoria es un mal chiste con redoble de tambores y bufidos estrepitosos; la muerte de Hugo Chávez es un misterio, como la leyenda urbana que dice haber recibido la maldición de Bolívar, solo por exhumar sus restos. La CIA le puso algo en la sopa, eso es evidente. ¿Que practicaba la santería? Yo practico la indiferencia ciudadana, y eso no es delito.

Seis noches consecutivas sin cerrar los ojos. Ni siquiera Freddy Kruger hace el honor de visitarme ni espantarme un rato. Ni los mostritos de Monster Inc. se atreven a pasarme la voz. ¿Es que ya nadie me quiere? ¿Por qué tendrían que quererme? ¿He hecho algo para que lo hagan? Soy un cero a la izquierda, un fracasado con zapatos bamba y corbata roja desgastada por el uso. Deambulo por las calles de Lima, solo y acongojado, muerto en vida que se enamora de la primera cojuda que se le atraviesa en el camino. Pero ya no me enamoro, una lección aprendida hace mucho tiempo, y un lamento que no tiene camino de retorno. Lo siento por mis ex... pero, sinceramente, nunca estuve enamorado de ellas. Era deseo, deseo de estar con alguien, de sentirme protegido por un alma caritativa, incondicional, complaciente. Sí, pues, fui un canalla. Toda esa mierda que alguna vez despotriqué y ridiculicé en mis escritos. En eso me convertí. En un manipulador, egoísta y egocéntrico hijo de puta -con el perdón de mi madre- sin respeto ni consideraciones por ninguna de ellas ni por mis conocidos. Hice creer a muchos que era una víctima, un niño incomprendido por su padre, al que le gustaba maltratar y subestimar mi talento y mi razón de ser en esta vida. ¡Hubieras hecho abortar a mi madre si no querías tenerme! Hasta ahora se lamenta no haberse ido a Estados Unidos a seguir el sueño americano. ¿Quién te detuvo? ¿Tu falsa idea de padre responsable? ¡Ni siquiera sabes pronunciar "How are you" ni "What's the metter"!

Sí, fui una víctima, una víctima de mi propia visión, de ser diferente a mis hermanos, a las esperanzas que mis padres buscaban en mí y lo que podría llegar a ser. Disculpen si los defraudé. Tomé mi propio camino y les di la espalda. Alguna vez habré pensado si realmente soy adoptado. Porque no me parezco a ninguno de ellos; no en lo físico, sino en carácter, en afinidad. Desde que tengo memoria me he caracterizado por ser el chico solitario, que vivía en su mundo sin estorbos. Suena irónico, pero he querido destacar y ser reconocido, por esa misma razón de pertenecer a una sociedad, a un todo. Cuanto más me acercaba, más se alejaban. Decidí alejarme, y son ellos ahora los que se acercan. Esta vez, ya nadie se acerca. Me han abandonado. Tal como siempre quise.

¿Será por eso que mi mujer decidió separarse? Al menos, mis hijas son la respuesta a mis lamentos. Alegran un poco mi agria existencia. Desearía tenerlas más tiempo conmigo, pero es imposible. Ya tienen otro papá que les puede dar lo que yo no puedo en estos momentos. Perdí a un par de diamantes de infinito valor, que ni siquiera luché ni me esforcé por mantenerlas a mi lado. Es la única vez que he querido a alguien de verdad. Pero no es suficiente. Agradezco que sea un buen tipo, que las quiere, que las cuida. Esta vez, mi ex mujer no se equivocó. Muchas veces me han invitado a pasar el domingo con ellos, pero la vergüenza es muy fuerte y no me atrevo a ponerlos en ridículo. Cuando una de mis hijas me llama y pregunta si voy a ir, lo único que digo es "ahí estaré". Y nunca llego.

Amanece. El sol se abre paso entre las nubes y la neblina que viene del mar. Al otro lado, alguien escucha La Inolvidable. José José es tan patético como mi rostro reflejado en el espejo. Quizá vuelva al psiquiatra. Necesito hablar con alguien, al menos, que me escuche. Ya nadie escucha; se dedica a lo suyo y le importa un pepino el resto. La soledad, en estos casos, es necesaria; pero también es una desventaja, pierdes contactos y posibles nuevos trabajos. Sí, pues. Lo único que me queda es jalar del gatillo o hacerle compañía a esos pollos del mercado. Al menos, tendría una buena erección.

Últimas palabras... fuera.

Foto original: fdzeta

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