lunes, 27 de mayo de 2013

Acércate un poco más

Raquel regresó de viaje y encontró una nota pegada con un imán de alcachofa en el refrigerador. Su novio, el mismo que conocía de toda la vida, decidió dejarla por otra mujer. Su mezquindad rebasaba todos los parámetros existentes. La nota decía: "Te dejo". Ella sabía perfectamente de qué se trataba y no se sorprendió en absoluto, lo único que le molestó fue que se hubiera ido sin antes recoger la ropa de la lavandería. Nuevamente pondría en funcionamiento lo aprendido en las varias terapias que asistió luego de terminar la carrera de dermatología, tras sustentar su tesis Cómo extirpar un lunar sin dejar cicatrices, el mismo que fuera rechazado por su alto contenido patológico, una clara alusión a las maltrechas relaciones de sus padres, ejemplo que jamás deseó para con su vida adulta. Años después, se dedicaría a promover eventos y espectáculos para toda ocasión, desde matrimonios hasta almuerzos de reencuentro. Una veta que supo aprovechar desde el comienzo con pasión y compromiso. Y justamente había organizado una recepción en Arequipa, y que el novio supo aprovechar su ausencia.

Ella era una mujer guapa, dedicada a sus actividades laborales sin dejar de lado su papel de amante y compañera con el único que soportaba sus quejas y migrañas matutinas. Ambos se conocieron desde muy pequeños, hasta podría decirse que compartieron el biberón y la cuna. A medida que fueron creciendo, esa amistad se convirtió en un sentimiento más profundo que los llevó a expresarlo de distintas maneras y dar el SI definitivo. Con veintiocho años encima, ambos creyeron conveniente irse a vivir juntos, unidos por el amor y el compañerismo incondicional. Se pensó en matrimonio, pero se dieron cuenta que no era necesario firmar un papel que les dijera lo que ya sabían hacer muy bien: quererse.

Mientras que César, el afortunado joven emprendedor, demostraba que más podía la tenacidad que el talento, sorprendió a muchos con un nuevo proyecto que le daría dividendos satisfactorios y una cartera de clientes aún más exclusivos que su corbata Armani, made in Gamarra. Y fue en ese momento que se dio cuenta que su vida habría de cambiar con un giro imprevisto, aleccionador y poco sofisticado. El amor que sentía por Raquel no era otra cosa que la confirmación de un estado catatónico de no ser él mismo sino de complacer a los demás. Puso en práctica sus mejores cualidades histriónicas y se ganó varios pleitos solo por guiñarle el ojo a la mujer incorrecta. Mientras Raquel atendía su negocio, César hacía de las suyas con posibles candidatas que le hicieran sudar sin quitarse la camiseta. Y cayó muy hondo hacia una vorágine de inconsistencias y desengaños que hasta el día de hoy no sabe a ciencia cierta si fue lo que quería realmente.

César dejó el hogar que había construido junto con la mujer que lo tenía todo y a la vez nada, porque su vehemencia hacia las cosas más distendidas no eran posibles de asimilar no sin antes tomar dos tazas de café sin parpadear. Se fue con una mujer a probar suerte en la carrera de caballos, y perdió el dinero que correspondía entregar a la junta, creyendo que así obtendría más ganancias para el pozo. Por esa consideración fue catalogado como un imbécil y no hubo una sola persona que no se burlara de él en el baño o en la playa de estacionamiento de la empresa. Hasta escribieron un acta de metas mencionando las desventajas de ser como él, tan arriesgado y nada sensato.

Raquel, por su parte, lo único que lamentó de todo este chiste barato fue tener que empezar de nuevo y releer su tesis. Las historias son siempre las mismas, dijo mientras bebía su café, lo que cambia es el tiempo y el espacio. Pensó qué hubiera hecho Josefina si Napoleón se sometía a ciertos caprichos y no a conquistar realmente las tierras que logró subyugar. Lo mismo pensó de Anna Frank si no hubiese escrito su diario o Pablo Picasso dedicara su esfuerzo en la Guernica. ¿Dónde estarían estas personas si pensaran distinto o ejercieran otra actividad que no fuese la suya. ¿Orson Welles sería presidente de Estados Unidos o George W. Bush formaría parte del elenco de Saturday Night Live? De una cosa sí estaba segura, Raquel no era de esas mujeres que lloran sobre leche derramada. Se la toma sin chistar donde estuviese regada. Estaba convencida de que ningún hombre la tomaría de la solapa y haría de ella una mártir. No, era fuerte y entregada a su trabajo. Le importaba un comino vivir a expensas de un ingrato e insensible individuo que no le dio el valor que merecía.

Luego de estas reflexiones, salió a tomar un trago. La noche era aún joven para desperdiciarla por un huevón.

1 comentario:

Sex Shop dijo...

Muy buenoooooo!!!!