jueves, 23 de enero de 2020

¿Hasta cuándo?


I
Me indigna que muchos hombres abusen de su condición para agredir y hasta matar a una mujer. Ya he tocado este tema en un artículo anterior (Demasiados errores para un solo caso 14/6/18), pero me doy cuenta que no ha cambiado nada desde entonces. No hay día donde tengamos que escuchar lo mismo, como si se hubiera hecho una costumbre entre nosotros, que ya ni sorprende. Lo llamativo sería que no pasara. Pero sucede. Y mucho. Tipos que se masturban al lado de una joven dentro de un bus lleno de pasajeros, individuos que golpean salvajemente a una mujer saliendo de un hostal, sujetos que insultan y ofenden a sus cónyuges delante de sus hijos… en fin, una larga lista que me faltaría espacio para enumerar. Y lo peor de todo es que somos tan indiferentes, no actuamos en su momento y solo lo hacemos cuando ya es demasiado tarde. Acuérdense de la chica que encaraba al viejo pajero mientras lo grababa desde su celular, y la gente a su alrededor y el mismo chofer se hacían de la vista gorda (al día siguiente el sátiro fugó del país); o esos policías que no reaccionaron al llamado de auxilio de una mujer que estaba siendo atacada por su pareja, que luego moriría junto con sus tres pequeños hijos. ¡Y la comisaría estaba a una cuadra de su vivienda!

¿Qué ocurre en la cabeza de un hombre? ¿Qué lo lleva a menospreciar la vida de otro ser humano? Es una señal de que el tiempo de la tribulación ha llegado y, por selección natural -como diría Darwin-, ¿estamos predispuestos a aniquilarnos por mantener en equilibrio la especie sobre la tierra? Creo que un diluvio o la caída de un meteoro sería la solución. No hay nada peor que el maltrato a una mujer, a un niño o a un animal.  Los niños son los que corren la peor suerte, porque pierden a una madre y a un padre, porque este tiene que ir preso. No estamos seguros. Ahora matan por un sol, por un celular o la llave de tu camioneta si te pones sabroso y no quieres entregarla. Y lo que llama poderosamente la atención es que el gobierno y las autoridades no parecen hacer nada por remediar la situación. Tal vez esperan que un Charles Bronson o un Frank Castle ande por ahí haciendo el trabajo que los otros no pueden. Sería genial, pero nos convertiríamos en Silverado o Tumbstone, y aquí ya no hay sheriff que haga valer su placa para impartir justicia como el viejo oeste.

Las leyes están hechas para cumplirlas y hacerlas cumplir. Ante una inoperancia de las autoridades que benefician más al victimario que a la víctima, la cosa no va a funcionar como queremos. Si el congreso y el poder judicial hicieran su trabajo, no tendríamos que soportar más violencia dentro y fuera de nuestras casas, viviríamos civilizadamente y no convertiríamos Lima en una enorme jaula que cada vez nos está aislando de nosotros mismos.

II
La muerte es un hecho inevitable dentro del ciclo de la vida. Hay que tomarlo con naturalidad, porque de todas maneras vamos a pasar al limbo del sueño eterno y no hay tiempo ni para pensar qué terno o vestido nos pondremos cuando me metan al cajón. Lo que sí escapa de nuestras manos es morir fortuitamente, tal vez un accidente de tránsito, una explosión o un desastre natural, ya son cosas mayores que vienen de un momento a otro y que nadie está libre de sufrir. Pero si es adrede, con alevosía, con premeditación, estamos hablando de un crimen que debería pagarse con penas más justas y feroces. Sabemos que eso no hará disminuir los índices de criminalidad; seguirán existiendo las malas semillas que quieren vivir y quitarle los bienes a los demás fácilmente. Como no pueden trabajar en un empleo normal, prefieren delinquir sin importarle la vida de los demás; solo les interesa lucrar y convertirse en los Tony Montana de su generación. Como dice el refrán, “Si a hierro matas, a hierro mueres”, es la consigna que estos imbéciles toman al pie de la letra, porque han creado una mística a su alrededor que tienen que irse de este mundo bajo su propia ley.

Una vez más, las autoridades no parecen hacer su trabajo; es más, creo que hasta se benefician de estas lacras porque pueden cobrar cupos a su antojo y dejarlos que sigan distribuyendo su franquicia alrededor de la ciudad. Negocio redondo. Todas esas redadas quedan para la foto, para los noticieros, para que el público diga que se está atacando al crimen organizado sin sospechar que a las pocas horas son puestos en libertad “por falta de pruebas”. Que me desmientan si no reciben coimas o amenazas de muerte para su mujer e hijos si no son liberados de inmediato.

Los sicarios han abundado a lo largo de la historia. El término proviene del nombre en latín de la daga o espada corta, la sica, utilizada por los asesinos a sueldo porque era fácil de ocultar bajo los pliegues de la túnica. Cuando encontraban a su víctima les cortaban el cuello o los apuñalaban sin levantar mucho la atención, solo hasta que el público veía al desafortunado desangrarse frente a sus narices. Como dije, al mismo estilo del viejo oeste, ya no son pistoleros a caballo, ahora disparan a quemarropa subidos en una moto, sin dudar ni importarles cuántos daños colaterales se llevan en el camino. Es un cáncer difícil de extirpar, mas se puede controlar dando con los asesinos y declararles la guerra, sin miedo, sin política, sin leyes que frenen dicha iniciativa, siempre y cuando haya la suficiente convicción para hacerlo. Sin duda que, aquella frase líneas arriba: "Si a hierro matas, a hierro mueres", es la única manera de sacarlos de las calles.

III
Estoy siendo demasiado contestatario sobre el tema. No hay otra forma de frenar la delincuencia y la violencia de nuestra sociedad. Mucha gente pide a gritos que se haga algo al respecto, pero a nadie parece interesarle, solo debatir el alza de popularidad de Salvador del Solar o si Alianza Lima va a contratar a tal o cual jugador. Necesitamos una reforma que beneficie tanto a la gente como a las instituciones, que solidifique la tan mentada y manoseada democracia, que solo existe en el diccionario de aquellos que quieren hacer política y que tildan de comunistas a los adversarios sin sustento ni ideas sólidas que los justifique como la mejor opción. Los incas hacían cumplir la ley así hayas robado un kilo de quinua o un simple choclo. Ama Sua, Ama Llulla, Ama Quella no son términos gratuitos ni tampoco una definición de lo que queremos para nuestras futuras generaciones; pero si de algo tenemos que cogernos para aplacar ese cáncer, volvamos los ojos al pasado y saquemos algo en limpio, que para eso nos ayuda la historia.

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