En lugar de preocuparnos si Julio Guzmán merece la excomunión
y pasar una temporada en el infierno por serle infiel a su esposa, deberíamos preguntarnos qué
intereses hay detrás de la difusión de una noticia que ocurrió hace casi dos
años, haciéndola parecer como actual. La prensa, lamentablemente, juega un rol no
tan imparcial, porque sabemos que, tanto Panamericana televisión y otros medios de comunicación,
aún siguen beneficiándose del poder corrupto al prestar sus servicios “destapando” temas de interés nacional como el del último fin de semana. ¿Quién o quiénes
son las desinteresadas y generosas fuentes que Panorama utilizó de base para tan dichoso reportaje? Obviamente, alguien con poderosas razones para
tumbarse una vez más la imagen del partido y de su presidente, candidato indiscutible
de las próximas elecciones presidenciales. Quieran o no, es un personaje joven
que puede dar la talla tras haber conseguido un importante número de
simpatizantes, que ven en él una renovada alternativa en la política peruana y que podría desestabilizar a ese establishment que quiere
enquistarse en el poder.
Pero también hay que ser honestos. A Guzmán le falta mucho empaparse de política. Tiene que aprender
a jugar en la cancha del adversario. Como personaje público y como político,
debe tomar decisiones inmediatas y salir airoso de la contienda. Con rasguños,
sí; pero de pie. A mí, particularmente, no me quita el sueño ni comparto sus
ideales de gobierno. Es más de lo mismo, pero con otra camisa: neoliberalismo para
unos pocos privilegiados, con la ventaja de que aún no se ha corrompido. Sin embargo, podría mejorar su interacción con la mass media
utilizando mecanismos más accesibles. No digo que lo que está haciendo es
malo, el uso de las redes sociales es ya habitual en estos tiempos modernos y representa un porcentaje significativo en aquellos que dominan la tecnología y
tienen acceso a ella, especialmente los jóvenes. Debería bajar al llano, embarrarse
los zapatos y hablar cara a cara con la gente de bajos recursos esperanzada en un gobierno que atienda sus necesidades
básicas y superar las brechas de desigualdad. Quizá lo esté haciendo,
y, como es costumbre con los medios sometidos al Nuevo Orden, no sea tan abiertamente
publicitado como sí hacen con otros posibles candidatos y candidatas. Ahí es
donde genera suspicacia tanto alboroto. Muy sencillo: temor de enfrentar a un poderoso
adversario difícil de vencer en las urnas, y lo mejor que se les puede ocurrir -al mejor estilo del fujimontesinismo- es convertir un asunto personal en una cuestión moral,
cueste lo que haya costado ese vídeo donde se le ve salir de un edificio de
departamentos.
Quizá la entrevista que le hicieron en otro canal lo haya
agarrado de sorpresa y no haya tenido el tiempo suficiente en dar una
explicación más coherente a la batahola de interrogantes del que fue objeto. No lo justifico, ni tengo por qué hacerlo. Su gran error fue no tener maña para eventualidades de este tipo, por más descabelladas que fueran. Tal vez, si se le hubiera ocurrido que la reunión con esta señorita no era lo que esperaba, que ella le hubiera preparado una trampa quién sabe con qué propósitos, que en plena discusión se le cayó la vela, causó el incendio sin que él lo supiera, porque abandonó el departamento raudamente... hasta podríamos darle el beneficio de la duda. Pero, las cosas ya están hechas. Repito, un hecho que ocurrió hace casi dos años puede hasta olvidarse sin ser consciente de que podría afectar su futuro proselitista. Y sí que
le ha afectado. Infiel o no, cumplieron con el objetivo de demolerlo y desprestigiarlo frente a millones de televidentes y posibles votantes.
Así juega la política. Una enorme pieza de ajedrez -o Juego
de Tronos, como prefieran- que alguien, en las sombras del poder, mueve a
su antojo para fines no santos. ¿Queremos un presidente que mienta o engaña?
¿Por una infidelidad? Eso vende, y no nos ocupamos de los verdaderos problemas
que aquejan al país a pocas horas de elegir un congreso minimizado por las
sorpresas mediáticas. Como dijo Tatiana Astengo: “Somos infieles, somos humanos”.
Razones no le faltan. Tiramos la primera piedra cuando ocultamos una roca en
nuestras conciencias. Somos hipócritas. A Alan García le perdonaron el pecado
por traer al mundo a un hijo fuera del matrimonio, que luego reconoció en
conferencia de prensa ante una dolida y desencajada Pilar Nores. A Diez Canseco
lo sepultaron políticamente por haberse enamorado de la pareja de su hijo, los
cuales ya estaban separados cuando ocurrió. Pero nadie habla de eso. A Toledo,
sin ser santo de mi devoción, lo golpearon hasta dejarlo KO con el tema de su escolta, la no
tan impopular Lady Bardales. Bueno, teniendo como mujer a la tristemente
célebre Ilian, qué mejor que esta “chola potable” para pasar un rato
lejos de tanta carga laboral… y matrimonial. Y si seguimos hablando de escándalos
que rodearon al exmandatario, no podemos olvidar el episodio de Zaraí. Claro, el
huevas no la reconoció en su momento tras varias disputas con Laura Bozzo, pero
todos sabíamos que estaba dirigida por Montesinos con el único afán de quemarle
la tortilla. Pero su fracaso como líder y presidente fueron por otras razones
archiconocidas.
No hay que dejarnos engañar con informaciones que solo buscan
distraer la atención de temas más profundos y que nos ayuden a salir de este
atraso intelectual que nos caracteriza a los peruanos, acostumbrados a los
realities, a los sillones rojos o a destapar escandaletes de la farándula. ¡Cuánta
falta nos haces Marco Aurelio! Seguiremos hablando de estas noticias mientras existan
medios que lo permitan, olvidándonos de su principal función: estar al servicio de todos y no de
unos cuantos.
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