viernes, 7 de febrero de 2020

El último de los tipos duros

El pasado 5 de febrero se nos fue el último de los tipos duros: Kirk Douglas, actor y productor de varios clásicos que formarán parte de la historia del cine. Su muerte ha significado el fin de la Era Dorada de Hollywood, siendo Olivia de Havilland su única sobreviviente. Nacido hace 103 años, en Ámsterdam, Nueva York, hijo de inmigrantes judíos de Chavusy, actual Bielorrusia, supo impregnar en cada actuación estados de ánimo y nervio que le valieron el reconocimiento internacional. Uno de sus papeles más memorables y por el cual se le asocia siempre es Espartaco (1960), de Stanley Kubrick; pero fue mucho más que un iracundo esclavo convertido en gladiador.

Tal vez Issur Danielovitch Demsky no hubiera triunfado en la meca del cine; pero como Kirk Douglas, tenía todos los elementos necesarios para hacerlo. Tras sus Inicios en Broadway y su participación en la Segunda Guerra Mundial en la Armada de Estados Unidos, tuvo la oportunidad de debutar en la pantalla grande con El extraño amor de Martha Ivers (L. Milestone, 1946), al lado de Barbara Stanwyck y Val Heflin. Desde entonces, su imagen fue acaparando la atención de productores y directores, además de un público cada vez más encantado por aquel actor del hoyuelo en la barbilla.

Tres veces nominado al Oscar como Mejor Actor, tuvo que esperar varias décadas para ser reconocido por la comunidad cinematográfica de Hollywood con un Oscar Honorario por su dilatada trayectoria fílmica, en la que se incluyen Campeón* (M. Robson, 1949); Brigada 21 (1951, W. Wyler); Cautivos del mal* (1952) y El loco del pelo rojo* (1957), ambas de Vincente Minnelli; Senderos de gloria (S. Kubrick, 1957); Los vikingos (R. Fleischer, 1958) o Siete días de mayo (1964, J. Frankenheimer). Al lado de su amigo, el también iconoclasta Burt Lancaster, tuvo memorables papeles, como Duelo de titanes (1957, J. Sturges), El discípulo del diablo (1959, G, Hamilton), la mencionada Siete días... o la nostálgica Dos tipos duros (1986, J. Kanew).

Participó en casi todos los géneros, pasando por el drama, el film noir, la comedia o el western, dándole a cada personaje una cuota de cinismo, valor, encanto y temperamento; pero con cierta vulnerabilidad que lo hacían único e irrepetible. Un actor completo, un hombre de familia y poseedor de un espíritu solidario. Su respeto al trabajo de Dalton Trumbo, reconocido guionista perseguido por el macartismo en aquel entonces, lo convencieron de contratarlo para la adaptación de Espartaco, libro escrito por Howard Fast. A pesar del veto impuesto contra el escritor, su nombre fue incluido en los créditos de la película. Así como estas, el filme tuvo una serie de problemas y contratiempos que podría hablarse de él en otro artículo más extenso.

Padre del también actor y productor Michael Douglas, será recordado no solo por ofrecernos brillantes personajes, sino por su labor social y filantrópica a favor de las minorías, por el que obtuvo sendos reconocimientos, como la Medalla Presidencial de la Libertad, en 1981, de manos del presidente Jimmy Carter, o el Premio Jefferson, en 1983, por sus servicios a la comunidad, entre otras distinciones.

Hasta siempre, Espartaco.

(*) Nominado al premio Oscar como Mejor Actor.

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